domingo, 16 de noviembre de 2008

Tú eres fuerte, yo soy resistente.

Papá, no me he olvidado de ti, ni un día, aunque confieso que mi cerebro, por momentos, lo ha intentado.
La vida es difícil sabiendo que tú ya no estas aquí, sé que tu espíritu no se ha ido, pero echo de menos lo que tu cuerpo representaba en mi vida.
No es nada fácil: por un lado, no quiero más que olvidar para seguir adelante, pero por otro, me parece injusto verlo como si no me hubiera ocurrido, como si tú no hubieras existido y por lo tanto tampoco el dolor de tu perdida.
Siempre llego a la misma conclusión: me niego a olvidarte, aunque me duela, prefiero afrontar que lo que ha pasado,ha pasado y que me duele.
El tiempo no ha aminorado el dolor que siento, pero me ha ayudado a aceptarlo, a no sentirme tan furiosa, tan perdida, tan vacía...
Te quiero, papá. Estés donde estés, te necesito y te echo en falta.
Cada día me doy más cuenta de cuanto te marcó lo que pasaste con la abuela, pero lucho, porque quiero que veas que no me dejo vencer tan facilmente, que me duele y caigo, pero me levanto.
Tú eres fuerte, yo soy resistente. Es mi forma de verlo: tú no te dejas caer, aguantas el golpe de pie, quizá te tambalees un poco, pero erguido . Yo, en cambio, soy resistente: el golpe me lleva por delante(puede que por fuera no se note, me gusta simular que soy fuerte), me arrastra, me zarandea y me suelta, entonces me levanto y le planto cara, con más fuerza que la que me hizo salir por los aires.
Dos caras de la misma moneda, iguales, pero distintos.